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Metales férreos y no férreos ¿qué los diferencia?

Por lo general, cuando hablamos de metales pensamos en todos estos elementos como una misma cosa; sin embargo, existen muchas diferencias entre ellos que los hacen destacar y ser útiles en diferentes usos.

Conoce esta guía definitiva para aprender a reconocer metales férreos y no férreos ¿qué los diferencia?

¿Qué son los metales?

En el campo de la química, son un grupo de elementos con características particulares; pueden ser de mucha utilidad para las personas gracias a sus diversas propiedades. Algunas como la conductividad, la resistencia a las temperaturas, golpes o uso, entre otras. 

Asimismo, según la técnica con la que se trate cada metal, pueden emplearse para nuevos fines.

Una de las características más notorias es que cada metal es sólido estando a temperatura ambiente, salvo el mercurio; sin embargo, la clasificación de los metales es mucho más diversa. Por lo general, para tratarlos, se subdividen en dos grandes grupos: los metales ferrosos y no férreos.

Básicamente, la principal diferencia que los define es que los férreos tienen hierro y los otros no, pero ¿cómo reconocerlos?

Diferencias entre los metales férreos y no férreos

Como habíamos mencionado, cuando un metal está formado por hierro en sus propiedades bases, se le considera un metal ferroso. Un ejemplo de estos pueden ser el hierro forjado, acero inoxidable o acero al carbono. 

Asimismo, este tipo de metal es común encontrarlo en artículos básicos como puertas, relojes, electrodomésticos, etc. Por lo general, su fin es que puedan resistir temperaturas, usos, forcejeos, etc.

Por otro lado, los metales no férreos, que también suelen ser metales de aleación por estar libres de hierro, son el latón, acero de tungsteno, aluminio.

En este caso, los usos de estos tipos de metales se le atribuyen a las actividades industriales; es decir, en máquinas ligeras y sin atracción magnéticas. Esto quiere decir que, mientras sean más ligeros, mejor. Un ejemplo de sus usos también pueden ser las actividades electrónicas y eléctricas.

Ahora bien, ya sabemos cuáles son las diferencias, pero ¿por qué sucede de esta forma y cómo se obtienen estos metales?

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Metales naturales y no naturales

Son pocos los casos en los que podemos obtener metales en su forma pura; lo que significa que, la mayoría de ellos, deben llevarse a un tratamiento de altas temperaturas, según sea el uso que vaya a obtenerse.

En este sentido, algunos metales se obtienen a partir de minerales que se encuentran en forma de óxido, y pueden obtenerse mediante dos sistemas de extracción: electrólisis y alto horno.

Un ejemplo del sistema de alto horno es el del mineral de hierro, que se mezclará con piedra caliza y carbón, se llevará a altas temperaturas y se pondrá en contacto con oxigeno para obtener el tipo de metal deseado, según sea el procedimiento.

Este alto horno debe estar formado por ladrillos aislantes refractarios especiales y deben tener un mínimo de treinta metros de altura para que el calor no se pierda.

Por otra parte, los metales obtenidos por electrólisis suelen ser el cobre, el aluminio, entre otros, que necesitan sistemas de extracción diferentes. Por lo general, los compuestos que se tratan con este sistema son llevados a temperaturas entre los 1000º y 2000º C.

En este caso, el proceso de extracción es mucho más costoso. Básicamente, se realiza pasando el metal por corrientes eléctricas de alta intensidad y a un voltaje reducido.

¿Cómo podemos identificar los metales?

Como habíamos mencionado anteriormente, la mayoría de los metales no se encuentran en forma pura en la naturaleza; es decir, que, una vez que se extraen, no se ven exactamente como los conocemos. En su lugar, se muestran como minerales que forman óxidos y están mezclados con diversos elementos químicos.

Un ejemplo de esto es la Hematita y la magnetita, que contienen óxido férrico además de aluminio, magnesio y otros minerales. Estas se pueden utilizar para generar hierro.

Al contrario de ellas, existen minerales puros, como el oro, que no necesitan tratamientos extra para su extracción.

En general, sabremos reconocer los metales cuando pueden someterse a diferentes tratamientos como:

Ductilidad: es decir, que pueden formarse hilos con los metales a través de ciertas técnicas de tracción.

Maleabilidad: lo que significa que pueden convertirse en láminas una vez que se pasan por rodillos o técnicas de compresión similares.

Resistencia mecánica: lo que quiere decir que podrán comprimirse, torcerse, etc, y se comportarán bien ante ello.

Tenacidad: en este caso, presentarán resistencia a golpes y a roturas.

Dureza: esta característica suele ser variable según el tipo de metal; por ejemplo, el aluminio es blando y el acero es duro. Para saberlo, bastará con rayar el material.

Otras características son la densidad, la opacidad y que conducen muy bien el calor y la electricidad.

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